LA ESCUELA, LA CASA DEL SIGLO XXI
“A la escuela la están cargando de responsabilidades que corresponden a los padres”
Nuestra forma de vida y nuestras instituciones sociales son radicalmente diferentes de las de nuestro pasado reciente.
Durante un período de apenas dos/tres siglos (equivalente a un minuto en el contexto de la existencia humana) han desaparecido los tipos de orden social que han servido de modo de vida de las personas durante siglos.
El cambio social es la regla y no la excepción en la sociedad actual, y cada vez afecta a un mayor número de individuos y de aspectos funcionales de las sociedades.
Nos enfrentamos con un futuro incierto en mucha mayor medida que
cualquier generación precedente.
Estos cambios, entre los que se encuentran la familia han provocado que sea la escuela quien se encargue ya no de la educación sino de la crianza de los hijos.
La incorporación de la mujer al mundo laboral, las nuevas estructuras familiares (monoparentales, homosexuales, etc) la mayor formación y el nivel de educación más elevado han provocado que los padres no dediquen tiempo a sus hijos y la crianza de estos pasa a agentes externos de la familia como la escuela.
La escuela entendida antes como un lugar para aprender ha pasado a ser la casa de mucho niños y niñas. Sus padres les dejan en el colegio a las 7 u 8 de la mañana en el programa de madrugadores porque tienen que trabajar. Después de las clases se quedan en el comedor escolar y después en actividades extraescolares hasta que sus padres a las 7 de la tarde, cuando acaban la jornada laboral y les van a buscar.
Todo esto está provocando una serie de necesidades en los niños que los profesores tenemos que solucionar. De esta manera los padres están pasando todo el peso de la educación de sus hijos y sus hijas a la escuela.
Debemos saber que la educación es un trabajo en equipo, entre la escuela y lo padres y que por tanto ésta empieza en casa.
LA EDUCACIÓN SE DEFIENDE
A pesar del título, la siguiente reflexión no va enfocada a las críticas hacia el Plan Bolonia y la Estrategia 2015. En las siguientes líneas voy a hacer una defensa del estudio del grado de Educación y por consiguiente de su profesión.
Llevo un año y medio cursando el grado de Educación Primaria, comúnmente conocido como “magisterio”. Desde entonces mis conocidos no han parado de burlarse, desestimar e infravalorar mi carrera y por tanto, mi futura profesión. Escuchar expresiones del tipo: “Magisterio es pinta y colorea”, “En magisterio no se da palo al agua” y “Qué bien vivís los de magisterio o los profesores” se han convertido en algo constante y habitual en mi vida cotidiana.
La sociedad de hoy en día ve la carrera
de Educación como el vertedero de los deshechos sociales cuyas notas no daban
para más, donde van los “tontitos” cuyos resultados académicos no superan el
cinco raspado.
El problema de estos comentarios no está
en que después digan “Es broma” sino en
que esas personas realmente lo piensan.
Abogados, arquitectos, filólogos,
nutricionistas, científicos, matemáticos, informáticos, ingenieros,
farmacéuticos, médicos, fisioterapeutas, etc. se han burlado alguna vez de los
estudiantes de educación, concretamente de mí, por no ser tan inteligente como
ellos al elegir un grado en el que, según ellos, el esfuerzo brilla por su
ausencia. Sin embargo, yo les pregunto, ¿realmente sabéis en qué consiste la
educación? ¿Realmente no existe esfuerzo?
No voy a ser yo quien diga que la
carrera de educación, centrándonos en el tema teórico es más sencilla que el
resto de carreras. Eso es algo que no se ha de cuestionar ya que yo soy la
primera que lo admite. A pesar de ello, la acción de educar es un proceso
complejo y que no todo el mundo está capacitado para llevarlo a cabo.
Antes de nada, creo conveniente definir
qué es lo que se entiende por educación.
La educación es un fenómeno dinámico,
permanente, amplio, complejo, necesario e imprescindible que pretende el
perfeccionamiento del individuo como persona y su inserción en el mundo social
y cultural al que pertenece. Es más que una mera transmisión de información.
Supone una modificación del individuo en cuanto a la realización de sus
posibilidades al máximo y, en cuanto que afecta a su persona, hay que
distinguirlo de la instrucción y de la formación.
Otro de los
comentarios más frecuentes que se suele escuchar, es que cualquiera puede enseñar.
Es algo irrevocablemente cierto. Cualquiera puede enseñar, sin embargo, no
todos pueden educar.
Se ha distinguir entre ENSEÑANZA y
EDUCACIÓN. La primera hace referencia a la mera transmisión de información. La
segunda, es la transmisión de forma de ser y de vivir.
La educación se basa en formar personas
autónomas capaces de dirigir sus propias vidas, en llevar al máximo sus
aptitudes y por ello, reitero que no todo el mundo está capacitado para
llevarlo a cabo.
Me atrevería a decir que un buen docente es
aquel capaz de transmitir de forma implícita o explícita conocimientos,
destrezas y actitudes necesarias para su mejor desarrollo e integración en el
contexto en el que vive.
Siempre, la función del educador es
educar a la vez que enseña. Educar instruyendo y formar educando.
Para ser profesor es necesario tener
aptitud, es decir capacidad y conocimientos. Actitud, es decir, ser y hacer, y
tener una formación específica más pedagógica ya que el profesor educa a través
de lo que DICE y HACE. Es necesario que tenga información de todos los ámbitos
y a todos los niveles y debe tener muy en cuenta la transmisión de valores.
Comentar también que la responsabilidad
del profesorado no puede limitarse única y exclusivamente a la docencia. El
maestro debe tener una preparación específica, es decir, una formación inicial,
ya que no es lo mismo un profesor de infantil, que de primaria o de secundaria.
Así mismo, el docente tiene un
compromiso con la actualidad. Los avances sociales, tecnológicos, científicos,
la interculturalidad, etc. hacen que el profesor deba estar siempre al día. La
profesión docente es la única que requiere de una formación constante. Debemos
adaptarnos a los cambios:
Hemos tenido que
sustituir las tizas por las pizarras digitales, los libros por los ordenadores,
tener en cuenta las situaciones
familiares de los alumnos ya que las estructuras familiares han cambiado y eso
afecta a los alumnos y por tanto a la escuela, adaptar el currículo a las
discapacidades y hándicaps de los alumnos y alumnas, tener en cuenta los temas
transversales como puede ser el sexismo en los libros de texto, ampliar nuestro
conocimiento debido a la incorporación de nuevos grupos escolares como
minorías, estudiantes de diversas clases sociales, personas con necesidades
educativas especiales y a estudiantes con culturas y orígenes diferentes.
Además
los docentes tienen un compromiso deontológico ya que la profesión docente
tiene una gran dimensión ética, es decir, nosotros somos un referente para
nuestros alumnos y alumnas.
En cuanto al tema de
que los estudiantes de educación no trabajan ni se esfuerzan estoy en
desacuerdo. Sí, es cierto que no tenemos tanta teoría como otras carreras como
medicina, y que nuestras asignaturas no tienen un gran nivel de dificultad,
pero eso es debido a que nuestro grado es más bien práctico al igual que
nuestra futura profesión. Sin embargo, sí es cierto que nos mandan gran
cantidad de trabajos, fomentando así el trabajo en grupo y la exposición de
ideas. A esto hay que añadir la dificultad de que te toque con un compañero o
compañera que no sea excesivamente trabajador y el trabajo lo hagas tú y la
nota se comparta.
Añadir también que el resto de carreras
se centran en algo específico. La educación no. Los estudiantes de educación
debemos adquirir una gran cantidad de conocimientos sobre los distintos ámbitos
en cuatro años.
En cuanto a la crítica de “Qué bien
viven los profesores” me gustaría recalcar que no se debe generalizar siempre.
Es cierto, que hay profesores que en seguida cogen la baja o que faltan a clase
cuando les viene en gana o que no se toman en serio su trabajo y les da igual
si los niños aprenden o no. Aquí hay que matizar que esto no pasa en los
colegios privados o concertados ya que en cuanto se observa una disminución del
rendimiento del docente se les despide. Lo citado anteriormente solo ocurre en
los colegios públicos. Y a mi parecer, el problema no está en si la persona es
vaga o trabajadora (que también), sino en la educación pública y en la
estructuración de la burocracia. Con esto me refiero a que, cuando un
funcionario, en este caso docente, observa que su puesto de trabajo no corre
peligro cuando desciende considerablemente su rendimiento, lo seguirá haciendo.
Decir también, que es
imposible educar a o para la sociedad sin la sociedad. No puede haber una educación de calidad sin
el concierto de la comunidad en la que los centros educativos trabajan.
Con esto quiero decir que si la comunidad educativa
no recibe el apoyo de los padres, alumnos, políticos, etc. será imposible
alcanzar la educación de calidad tan deseada propuesta por todas las leyes de educación.
Por último pedir a
aquellas personas que antes burlarse, desestimar
e infravalorar el grado de educación y a
la profesión docente, conozcan.
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